Ya es de todos conocido que el mal endémico de un ordenador a la "antigua" es su disco duro. La única pieza mecánica que conforma ese dichoso aparato que le retiene cuando debería ir fluido y alberga todos nuestros datos que tanto apreciamos. En mi casa desde hace tiempo tenemos un iMac de 27 pulgadas del año 2011 (último de la era Steve Jobs) que ha ido sumando macOS a sus espaldas sin instalaciones limpias y cada vez más se resentía de falta de ligereza. Sus 8 Gb de RAM (en su día tuvo 12, pero acabó compartiéndolas con un Macbook Pro) no eran suficientes a priori y aquello demostraba gran pesar en sus tareas cotidianas día a día.
Llegó el día que por fin, tras empaparme de tutoriales por internet (y obviamente haciendo caso a ifixit.com) decidí adquirir un SSD de la marca Crucial de 500 Gb para, tras tomar la decisión, instalarlo de segundo disco duro y no como único. ¿Por qué esta decisión? Fácil. Apple incluyó un sensor térmico pegado al disco de sistema que, si lo sustituía debía empezar a controlarlo vía software o gastarme los cerca de 50 euros que costaba uno nuevo. Como el SSD no se calienta, opté por la solución más eficiente, siendo la máquina de 27 pulgadas dejando espacio para el SSD nuevo bajo la lectora de DVD's. También había que adquirir un cable SATA para conectar dicho disco duro al puerto vacío de la placa base para aprovechar esa otra toma que venía sin uso. Una vez con ambos elementos vino la tarea de abrir el iMac hasta llegar a dicho puerto para poner el cable y el SSD bajo el capó.
Antes de ello, para ahorrar tiempo, con la copia de seguridad del iMac en un disco externo USB puse el SSD al Macbook Pro (contando la retirada de los tornillos y la instalación no me llevó más de 5 minutos hacerlo). Encendí el Macbook con un disco de arranque vía USB que había fabricado con el instalador de macOS High Sierra y lancé la restauración directamente sobre el SSD. La idea era que cuando acabase, tener el disco de estado sólido disponible para ser puesto en el iMac y ahorrar el tiempo de espera para ver si había funcionado tras el desmontaje y vuelta a ensamblar.
El iMac es complicado, hay mucho cable pequeño que se pierden por las ranuras y son difíciles de tener a mano, pero con paciencia y una caña, y mi señora que es la experta en desmontajes, desarmó el iMac, le puso el SSD, volvió a ponerlo todo de nuevo en su sitio y cerró el equipo. Varias horas de dedicación con un bien como meta, que aquel ordenador volviese a nacer. Nada más iniciarlo arrancó del disco anterior, y la carga fue lenta. Bien, al menos arrancaba. Tras cambiar a mano el nombre de Macintosh HD que había quedado duplicado tras la restauración de la copia de seguridad, tuve que ir a Ajustes del Sistema -> Disco de arranque y elegir el SSD como disco para iniciar. Tras pedir la clave de administrador y guardar los cambios con un reinicio se hizo la magia.
el iMac tardó de más de 1 minuto en estar disponible para ser utilizado a apenas 20 segundos. Y eso no fue todo, ahora las aplicaciones abren botando una única vez en el dock, son inmediatas.
Trasladé la carpeta de descargas de Transmission a otro disco para no llenar el SSD, también trasladé la carpeta del software de la TV EyeTV a ese otro disco para no hacer bufer de disco contra el SSD y no ocuparle espacio y alguna cosa más que me quedará por trasladar según lo vaya pensando.
Al abrir Fotos me dijo que la biblioteca estaba dañada y se puso a repararla, tardando un buen rato pero dejándola tal y como estaba. De momento, y con pocas horas de uso tras aquello, poco más le echo en falta que no haya quedado fino. Una vez me asegure que todo va como espero, borraré el disco anterior de 1 TB dejándolo para ocupaciones más grandes y no tan necesarias de ficheros en el sistema. De momento, tras haber reparado fotos, hice una nueva copia de seguridad en el disco externo para conservar los ficheros que me hacían falta.
Una experiencia muy difícil, pero por los 121 euros que ha costado el disco y los 19 del cable, creo que merece la pena haber pasado de un iMac de 2011 a una rápida máquina muy a la altura de este año en el que nos encontramos.
Por cierto, como he dicho antes, en el Macbook Pro se tardan 5 minutos en instalarle un SSD por lo que no descarto en un futuro no muy lejano actualizarlo también y ponerle uno para sentir la velocidad también en modo portátil.
Ah, y otra cosa, no todos los SSD son compatibles con las placas controladoras de los Mac y dan problemas. Mucho ojo con eso si os animáis a hacer el upgrade.
Saludos Manzaneros!
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